La Comunidad Sorda hace referencia al tejido social formado por personas que comparten objetivos comunes. También implica la conciencia de una identidad individual y colectiva concreta que genera un compromiso de cooperación con el grupo de una u otra forma.
No todas las personas sordas forman parte de la Comunidad Sorda; además las personas oyentes pueden también ser miembros activos de ella. Es evidente pues que la cohesión que sustenta la Comunidad Sorda no se basa en factores audiológicos o médicos sino en valores lingüísticos, sociales y culturales que identifican a las personas sordas.
El término Comunidad Sorda es de reciente creación, y ha supuesto un cambio en la forma de ver a las personas sordas por parte de la sociedad.
Existen dos formas de ver y entender a la persona Sorda:
Una es la perspectiva clínica o patológica, propia de quienes toman como referencia las actitudes y valores de la mayoría de los oyentes como «estándar» o «norma»; en este sentido, las personas Sordas comportan una desviación de esta norma; y la perspectiva cultural, que se centra en la lengua, las experiencias y los valores de un grupo particular de personas, en este
caso Sordas.
La perspectiva patológica ha sido tradicionalmente la de la mayoría de las personas oyentes y está sustentada sobre la percepción que ciertos profesionales han tenido de las personas Sordas. Esta será una visión «externa», que concebiría a las personas Sordas como diferentes de las personas oyentes.
El enfoque clínico-patológico que ha venido predominando, más allá de ser una simple actitud, se ha convertido en una fuerte corriente que ha tenido gran influencia en el ámbito psicológico y educativo y ha limitado el campo de las posibilidades de desarrollo de las personas sordas.
La visión médica tradicional, centrada en las limitaciones y carencias de la persona y cuyo principal objetivo es lograr la «normalización» social empezó a ser cuestionada con las primeras investigaciones que se realizaron sobre las lenguas de signos y las características sociales y culturales de sus usuarios.
La otra es la perspectiva cultural, estudiada y tratada recientemente, que aparece como resultado del reconocimiento de la Lengua de Signos como una lengua separada (no como una desviación de la lengua parlante oficial).Este reconocimiento ha conducido a una nueva comprensión y aproximación de la persona Sorda y su lengua.
Así, las personas sordas defienden su consideración como grupo social y lingüístico diferenciado, reclamando ser reconocidas desde el punto de vista de la capacidad más que de la discapacidad auditiva. Desde esta perspectiva, se destaca la comprensión de la sordera como un fenómeno sociocultural, que considera a las personas sordas como un grupo social minoritario con una lengua, una historia y una cultura propia.
Ello comporta una visión «interna» de la Comunidad Sorda.
Dicho esto, las características de esta definición de la Comunidad Sorda son las siguientes:
a) Un grupo de personas que comparten un medio común de comunicación (lengua de signos), el cual provee las bases para la cohesión del grupo y su identidad.
b) Un grupo de personas que comparten una cultura común.
De esta manera, la Comunidad Sorda es aceptada y respetada como un grupo culturalmente diverso con sus propios valores culturales y lingüísticos. En cualquier caso, de lo que se ha podido extraer en torno a la definición de la Comunidad Sorda se deduce que es una realidad compleja. Por ejemplo, la Comunidad Sorda no es como una comunidad étnica o religiosa donde, generalmente una persona puede ser miembro perteneciente a ella o no.
La Comunidad Sorda implica considerar ciertos aspectos:
Primero, que no todos los individuos Sordos son miembros de la Comunidad Sorda. Algunos escogen actuar- o intenta actuar- dentro de la comunidad oyente y, por tanto, no llegan a involucrarse en los asuntos concernientes a la Comunidad Sorda.
Segundo, que aunque la mayoría de los miembros de la Comunidad Sorda son efectivamente, personas Sordas, sin embargo: puede ser posible que las personas oyentes sean aceptadas como miembros de la Comunidad Sorda si manifiestan y demuestran la adecuada actitud .
Tercero, que teniendo en cuenta que las actitudes pueden ser expresadas de muchas maneras y en diferentes grados, existen potencialmente una serie de variables, de las cuales una persona puede obtener la aceptación de la Comunidad Sorda.
Cuarto, que se dan diferentes tipos de aceptación dentro de la Comunidad Sorda, dependiendo de las habilidades y la experiencia de la persona, así como de su actitud. He aquí un intento de despejar la naturaleza compleja de la Comunidad Sorda con el que se pretende ilustrar a partir de varios estadios de pertenencia o vinculación a la Comunidad Sorda.
Se basa en un análisis que proviene de ciertas investigaciones, las cuales perfilan a la Comunidad Sorda.
Existen cuatro variables potenciales que permiten identificar a los miembros de la Comunidad. Estas serán:
1. La Audiológica. Se refiere a la situación de sordera. Esta variable no corresponde a la situación de una persona oyente, significa, sobre todo, personas Sordas que son aceptadas porque se identifican con la Comunidad y en un nivel más profundo que una persona oyente.
2. Lingüística. Se refiere a la habilidad del uso de la lengua, influye también en la aceptación de la Comunidad. Desde el momento en que los valores y las metas de la Comunidad son transmitidas a través de su lengua, no ha de sorprendernos que la fluidez en la Lengua de Signos es muy importante.
3. Social. Se refiere a la participación social y a la habilidad para competir y realizar funciones sociales dentro de la Comunidad, sentirse invitado a participar en tales funciones, ser atento y correspondido en la amistad con sus miembros.
4. Política. Se refiere a la capacidad y habilidad de saber influir positivamente, colaborar y defender temas que afectan directamente a la Comunidad Sorda. Naturalmente, el tipo de decisiones que se toman y las propuestas que surjan influirán en el grado de aceptación de la Comunidad.